Electrolito

Seguro que has escuchado que deportistas, corredores o quien practique actividades de alto rendimiento “necesita reponer electrolitos”. Pero, ¿qué son realmente los electrolitos? Y más importante aún… ¿son solo los atletas quien deben preocuparse por su labor dentro del organismo?

¿Qué son y cómo funcionan los electrolitos?

Primeramente debes comprender que son químicos presentes en el cuerpo humano con la capacidad de formar iones (partículas con carga eléctrica positiva o negativa) dentro de los fluidos corporales. Dichos iones son los generadores de la corriente eléctrica natural requerida para “activar” muchas funciones de nuestro sistema.

Este complejo proceso a nivel atómico se realiza de manera continua, dándonos energía para rendir al máximo. Elementos como el potasio, sodio, cloruro, calcio, magnesio o fosfato son algunos de los principales electrolitos presentes en el organismo. Están en el torrente sanguíneo, la orina y los tejidos corporales.

Su importancia en nuestra salud

En realidad, estas partículas cargadas eléctricamente son más relevantes de lo que nos imaginamos. Cumplen un objetivo vital en el organismo de los seres humanos. Por ejemplo, forman parte de algunas funciones tales como:

  • Transmisión de impulsos nerviosos.
  • Contracciones musculares.
  • Equilibrio de la cantidad de fluidos.
  • Conservación del nivel adecuado de ácidos/bases (mejor conocido como escala PH) dentro del cuerpo.
  • Transporte de nutrientes a las células.
  • Desechar los residuos indeseables en las células.

Mantén un correcto equilibrio hidroelectrolítico

Cuando los niveles de líquido en el cuerpo están fuera de lo normal, se produce un desequilibrio hidroelectrolítico. Esto es generado evidentemente porque estos componentes están demasiado altos o bajos. Los valores normales en un adulto promedio se mantienen en:

  • 4,5 – 5,5 mEq/L de calcio
  • 97 – 107 mEq/L de cloruro
  • 3,5 – 5,3 mEq/L de potasio
  • 1,5 – 2,5 mEq/L de magnesio
  • 136 – 145 mEq/L de sodio.

Como consecuencia, tenemos muy poca agua, es decir nos deshidratamos. O por el contrario almacenamos demasiada. Sí, hasta tener exceso de líquidos en el cuerpo también es dañino y se denomina hiperhidratación.

Es probable que experimentes calambres, espasmos, debilidad en los músculos hasta convulsiones. La hipocalcemia, hipercalcemia, hipopotasiemia, hipercalcemia son otros trastornos relacionados con la falta o exceso de estos elementos básicos.

Las causas comunes de un desequilibrio hidroelectrolítico pueden ser diarreas, vómitos, sudoración excesiva, fiebre alta, trastornos endocrinos, hormonales o renales.

Claro está, no es lo único que lo desencadena, la mala alimentación, mala hidratación y la poca absorción de las vitaminas también modifica los valores normales.

¿Cómo obtenerlos?

Pese a lo que muchos creen, los electrolitos no se consiguen en un solo producto o bebida energética. Más bien, se reciben de lo que ingerimos y de los líquidos que consumimos a diario.  Por ese motivo, debes interesarte en tener una dieta equilibrada que los proporcione en la cantidad justa.

Cada caso es diferente, quizás tu nutricionista te recomiende una dieta rica en potasio (si es que reflejas valores anormales) o por el contrario que controle la ingesta de agua, sobre todo cuando hay niveles bajos de sodio en la sangre. Sea como sea, la hidratación constante es clave para reflejar estándares óptimos.

Toma agua continuamente, en especial cuando te ejercites y procura que sea tratada adecuadamente. Algunos sistemas de filtración avanzada no solo purifican el agua, sino que son capaces de aportar los elementos que tu cuerpo necesita.

Ciertos cálculos indican que un adulto promedio debe tomar al menos 8 vasos de agua al día o más. Esto incide en el óptimo rendimiento de músculos, órganos y huesos.