Desmineralización

La desmineralización del agua es un proceso mediante el cual se reducen, o se eliminan en su totalidad, los materiales sólidos disueltos en ella. El producto final se caracteriza por su poca dureza y baja conductividad eléctrica, lo que aporta grandes beneficios a la salud y a la economía.

Normalmente, todo el agua que proviene de ríos, embalses y lagunas es rica en sales, minerales y metales como el, sodio, calcio, hierro, cobre, plomo, y el magnesio. La concentración de estos sólidos en el líquido es directamente proporcional a su conductividad eléctrica. Por tal razón es necesario eliminarlos para que sea apta en la mayoría de los procesos industriales.

Usos del agua desmineralizada

Según el nivel de conductividad obtenido tras ser tratada el agua, tendrá diferente usos en la industria. La conductividad puede variar entre los 5 µS/cm y los 0.055 µS/cm, y se clasifica en tipo I, II,III y IV.

  • Tipo I – 0.055 µS/cm: fotometría y rastreo de metales.
  • Tipo II – 0.5 µS/cm: espectometría atómica, industria farmacéutica.
  • Tipo III – 1 µS/cm: centros de salud, cultivos de laboratorio, muestras para análisis de alta precisión, muestras de referencia.
  • Tipo IV – 5 µS/cm: agua embotellada, sistemas de calefacción, elaboración de cerveza, industria automotriz, industria química y textil, fertilizantes, sectores de energía, gas y petróleo.

Procesos de desmineralización más usados

Dependiendo del uso final y de la disponibilidad tecnológica, hay diversas formas de hacer que los sólidos disueltos se conviertan en solubles y, en consecuencia, extraíbles. Entre los procedimientos más comunes se pueden mencionar los siguientes:

Ósmosis inversa

Esta técnica consiste en filtrar el agua a presión usando una membrana semipermeable. Los sólidos se quedarán concentrados en un lado de la malla, mientras que el líquido purificado pasará al otro lado.

La ventaja de la ósmosis inversa es que tanto la presión como la configuración de la malla se pueden controlar para aumentar o reducir el porcentaje de sólidos disueltos en el producto final.

Esta técnica es ampliamente utilizada para tratar agua con alto contenido de sal, la proveniente del mar y de efluentes destinados a la reutilización. Cada día la ciencia ha permitido el desarrollo de mallas más precisas y que se aplique menos presión al agua para obtener mejores resultados.

Resinas de intercambio iónico

La desmineralización por intercambio iónico consiste en hacer pasar el agua por una cama de resina cargada positiva o negativamente (o una combinación de ambas), en este caso la resina atraerá y atrapará los componentes sólidos y metales hasta obtener un producto purificado.

Esta técnica es especialmente efectiva en el tratamiento de aguas residuales y aquellas provenientes de fuentes subterráneas cercanas a zonas de cultivo y minería.

En el intercambio iónico la resina, que está cargada con sodio (Na+), lo intercambia por el calcio (Ca2+) y el magnesio (Mg2+) contenido en el agua. Cuando la resina se satura, es necesario recargarla nuevamente con sodio para continuar con el proceso.

Destilación

Este procedimiento es el menos complejo, pero el más inexacto de todos. La destilación no es más que el proceso térmico de vaporización y posterior condensación del agua.

Aunque se puede obtener un producto potencialmente puro, es imposible controlar las impurezas que pueden pasar. En ese sentido, no se puede controlar que la calidad del líquido resultante sea la misma tras cada procedimiento.