El color presente en el agua es una de las propiedades organolépticas que determinan su calidad. Indica el contenido de sustancias disueltas y partículas en suspensión que reflejan la cantidad de materia orgánica que hay en el líquido.
Su medición es fundamental durante todo el proceso de purificación, ya que también pueden ocurrir cambios de color debido al contenido de subproductos de desinfección (DBP) como el trihalometano (THM). Estos afectan la salud por ser químicos cancerígenos y se absorben a través de la piel.
Existe una clasificación entre el valor del color verdadero y aparente. El primero incluye solo las sustancias disueltas en el agua, mientras que el segundo contiene también las partículas en suspensión que provocan la turbiedad.
De esta manera, el aparente es el que tiene la muestra obtenida directamente de la fuente, y el verdadero el del líquido una vez filtrado y centrifugado.
Técnicas convencionales para la eliminación del color
En general, las aguas superficiales, residuales y de fuentes subterráneas requieren de tratamientos de decoloración.
Por ejemplo, las superficiales tienen carbono orgánico disuelto en una proporción entre 50 % y 75 % que aportan turbidez al agua, mientras que las residuales pueden tener hasta 30 ?compuestos colorantes reactivos, sin contar que se pueden formar DBP a medida que es tratada.
Para eliminar el color de los líquidos existen 4 técnicas convencionales que son usadas por las plantas de tratamiento.
Estas son:
- La coagulación-floculación: se basa en añadir polielectrolitos o floculantes inorgánicos, como las sales de hierro y aluminio. El coagulante se dosifica en la superficie del líquido para propiciar flóculos en las moléculas del compuesto colorante y con esto facilitar su eliminación con la decantación. Este método tiene un alto rendimiento, sobre todo al aplicar un exceso de coagulante.
- Adsorción con carbón activado: en el que las moléculas de la sustancia colorante se adsorben en la superficie del carbón activo y luego se aplica pirólisis. Es una técnica que ofrece un buen rendimiento, cerca al 95 ?decoloración, aunque refleja costes elevados.
- El uso de tecnologías de membranas: como la nanofiltración y la ósmosis inversa que son muy efectivas. Estos procesos llegan a separar sustancias solubles y reactivos hidrolizados que contaminan el agua. El rendimiento de la tecnología con membranas tienen una eficiencia de hasta un 99 %.
- El tratamiento con ozono: que oxida el componente que añade color, al fragmentar sus enlaces y producir especies incoloras. Sin embargo, refleja consumos eléctricos muy elevados.
El uso de nuevas tecnologías para la decoloración
A las técnicas convencionales constantemente se les añaden otras etapas, o se sustituyen sus procedimientos por unos más beneficiosos para aumentar los niveles de eficiencia. Se trata de nuevas tecnologías que a través de investigaciones optimizan el tratamiento para conseguir un líquido de mayor calidad.
Por ejemplo, el uso de coagulantes naturales de bajo coste obtenidos a partir de residuos agrícolas que sustituye a los químicos tradicionales. Así como emplear nuevos materiales adsorbentes de origen biológico o natural como los biopolímeros y el quitosan.
También, el uso de reactores anaeróbicos y los procesos de oxidación avanzada con el reactivo Fenton como tratamientos rápidos y que presentan altas velocidades de decoloración.