Con el fin de mantener las piscinas de las casas y comunidades higiénicas y saludables para los bañistas, el sistema de cloración es uno de los más utilizados por su poder desinfectante y su facilidad de almacenamiento y dosificación de forma constante.
Manual
El cloro es un elemento químico en forma de gas de color amarillo, tóxico para las personas por su grado de irritabilidad de las vías respiratorias. No obstante, en las dosis precisas se utiliza para tratar el agua y convertirla en potable tras eliminar las bacterias y los hongos patógenos.
Cuando se encuentra en estado sólido se le denomina hipoclorito de calcio, conocido por su alto poder de desinfección. Las pastillas de cloro se almacenan con facilidad y se administran con un clorador automático, con tabletas con dosis específicas de acuerdo a la capacidad de litros de agua de la piscina. Cada cierto tiempo, deben ser reemplazadas para mantenerla en estado óptimo.
Suele encontrarse en concentraciones de 70% con un bajo nivel de abrasión y estable a los cambios de temperatura con el propósito de evitar quemaduras y lesiones en los bañistas.
Vale destacar que los fabricantes indican en las etiquetas de sus productos el procedimiento para prevenir la contaminación durante el proceso como, por ejemplo, limpiar los depósitos y manipular con cuidado las pastillas.
Eléctrico
Gracias al avance tecnológico de los sistemas de desinfección, uno de los sistemas más solicitados en la actualidad es el clorador salino, que trabaja con el sistema eléctrico y sal, y es uno de los más efectivos.
Se separa el cloro y el sodio a través de la corriente continua para higienizar el agua con hipoclorito sódico, con un alto poder de desinfección contra los microorganismos.
La correcta higienización de las instalaciones acuáticas requiere del control del PH y del nivel de cloro, así como también de su limpieza de hojas y algas, que pueden reducirse al utilizar cubiertas especiales. Para mantener las dosis adecuadas del cloro, los cloradores salinos funcionan de forma automática, por lo que su uso es más fácil.
Mientras que la regulación del PH, se puede efectuar manualmente o con una bomba dosificadora, siempre y cuando el sistema sea instalado por un técnico experto ya que se trata de materiales peligrosos, que pueden causar quemaduras o intoxicaciones si no son manipulados con precaución.
Entre los beneficios de utilizar la cloración salina, se incluye la protección de los usuarios frente a las irritaciones de los ojos y en las mucosas y la sequedad de la piel.
Al principio, se requiere de una mayor inversión pero los costes de mantenimiento a posterior son menores con lo que el ahorro a medio y largo plazo es mayor.
Otras ventajas
Esto se debe a la sostenibilidad de los materiales orgánicos y naturales como la sal, que previene daños al ambiente y evita la adquisición de productos artificiales no renovables, altamente contaminantes.
Incluso para los nadadores profesionales el uso de este sistema es menos abrasivo que utilizar sustancias químicas. Se sienten más cómodos en el agua y su actividad es mejor.
El clorador es uno de los elementos imprescindibles para la limpieza y mantenimiento de las instalaciones acuáticas de las familias y visitantes.